Cuando yo tenga mis manos, revela al histórico dirigente comunista|El ejemplo de Cruz Villegas sería incómodo para la dirigencia sindical del presente

A Cruz Villegas se lo puede recordar en tiempo pasado como el luchador que nació en Cúa el mismo año en el que la Revolución se desperezaba en Rusia, y que murió siendo el marxista-leninista que sus hijas e hijos conocieron. Pero también se lo puede recordar en tiempo presente como el hombre que no arrió sus banderas como dirigente sindical, y que supo diferenciar las luchas de la clase obrera de los intereses de un determinado partido político.

Villegas es padre de una camada de periodistas de fama y figura, como Mario, Vladimir y Ernesto, que han dado de qué hablar y siguen haciéndolo. El penúltimo de sus hijos, Vladimir Villegas, ha sido el portavoz de la iniciativa de la “Villeguera”: un libro sobre su padre en el que intenta esbozar un retrato del dirigente revolucionario quien nunca dejó de ser dirigente y, mucho menos, revolucionario. Con un tiraje de mil ejemplares y el apoyo de la editorial Metrópolis, el texto Cuando yo tenga mis manos, presentado en mayo pasado, crecerá próximamente para un segunda edición.

Pero aunque la conversación con el Correo del Orinoco era para hablar sobre su padre y sobre Cuando yo tenga mis manos, es una irresponsabilidad periodística perder la oportunidad de hablar con Villegas –moderador del programa Vladimir a la 1 que transmite Globovisión y de otro programa que todas las tardes emite Unión Radio– acerca de la política nacional. De todos modos, no habría mejor homenaje para Cruz Villegas que el devenir de sus hijas e hijos, con su diversidad política e ideológica. Una frase lo describe muy bien: “Mi papá no tuvo enemigos, sino adversarios ideológicos”.

HOMENAJE A TODOS

Un libro sobre Cruz Villegas es importante para su familia por razones obvias: “Es nuestro referente en la familia, es la figura que identifica a nuestra familia” y que sembró en la Villeguera la inquietud social, refiere, mas sin restarle peso a la de su madre.

Tal vez las nuevas generaciones no saben quién fue Cruz Villegas, pero si hay algo claro respecto a este luchador es que en la historia del movimiento sindical está escrito su nombre. El texto mantiene viva la llama para sus seres queridos y también la enciende para las nuevas generaciones.

Cruz Villegas “dejó huellas en el movimiento obrero venezolano, fue una figura nacional e internacional del movimiento sindical, y además de eso tuvo varias facetas”, ilustra el penúltimo de sus hijos. Una de ellas es la de revolucionario y comunista. Otra, la de poeta. El libro recoge eso: “Contiene escritos políticos, contiene poemas y contiene también elementos humanos”.

–¿Había una deuda con la historia de Cruz Villegas?

–En cierto modo, sí. Yo creo que no solamente con él; cuando hablamos de él hablamos de gran cantidad de hombres y mujeres luchadoras que durante largos años estuvieron dando lo mejor de sí, sacrificando incluso su vida familiar para entregarla a la lucha social. Nombres, unos tan conocidos o menos conocidos o más conocido que el de mi papá; otros, absolutamente anónimos: personas que lucharon muchos años y que quizá no tuvieron nunca la oportunidad de salir en televisión o de ser reconocidos en algún periódico.

La compilación de los materiales para el libro la hizo una nieta de Villegas, Alejandra Teijido Villegas (hija de Esperanza Villegas), quien no conoció a su abuelo. El diseño de la portada estuvo a cargo de Karen Cortés Villegas (hija de Asia Villegas).

La Villeguera está formada por diez hermanas y hermanos, además de nietos y biznietos y otros bebés que vienen en camino. “Hacer una reunión familiar en mi casa ya es un gentío”, bromea.

RUZ VILLEGAS, AHORA

Cruz Villegas –así lo piensa su hijo Vladimir, nacido en diciembre de 1961– tendría mucho que decirles a las y los dirigentes sindicales del presente. “Creo que la historia de mi papá, Cruz Villegas, le diría muchísimo al movimiento sindical de hoy. Le diría mucho con respecto a un concepto que él manejaba muchísimo, que es el de la independencia de la clase obrera: la clase obrera puede tener su partido, pero no puede depender de los intereses de un partido, de los intereses burocráticos de un partido, y tampoco de los de un gobierno”, resume Villegas.

Es decir, asevera, que la clase obrera y el movimiento de las trabajadoras y los trabajadores “tiene que ser autónomo, debe respetar y hacerse respetar la autonomía”. Otro elemento que podría considerarse como parte del legado de Cruz Villegas es la diversidad: “Una central obrera, un movimiento obrero no puede

ser un movimiento exclusivamente comprometido con un partido; los sindicatos –si bien Lenin decía que eran escuelas de comunismo, lo recuerdo muy bien de mis viejas lecturas -no pueden excluir a ningún trabajador que piense distinto”.

La honestidad es otro rasgo que marca la trayectoria de Villegas. “Mi papá fue un hombre honesto”, esgrime su hijo. “Y así murió”. Tan coherente, que se opuso a la lucha armada en los años 60, aun cuando pagó con la cárcel las consecuencias de las decisiones que otros tomaron y que él, militantemente, asumió.

–¿Se ha desvirtuado esa idea del sindicalismo que tenía Cruz Villegas?

–Yo creo que en buena medida, sí.

–¿La del sindicalismo independiente?

–Él fue dirigente del Partido Comunista, pero en más de una oportunidad, cuando tenía que poner por encima los intereses de la central obrera, cuando tenía que escoger entre los intereses de la central obrera y de los sindicatos afiliados frente a alguna política del partido, pues no tenía duda. Tuvo su manera de ver el mundo desde su propia visión política, porque mi papá era un marxista leninista ortodoxo.

–¿Intolerante?

–No, intolerante jamás. Mi familia es una familia muy diversa. Claro, todos nos formamos en la izquierda, pero te puedo decir que en mi casa había masistas, miristas. En mi casa había diversidad y, además, se discutía mucho políticamente.

–¿Eso lo aprendieron de su papá?

–Claro, por supuesto. La sobremesa en mi casa era una sobremesa de debate permanente. Después de cenar siempre había conversaciones. Claro, después la gente se fue casando, pero siempre había el espacio para discutir con él. Siempre hubo ese espacio; nosotros aprendimos así.

–¿Y dónde aprendió Cruz Villegas el respeto por la diversidad?

–Yo creo que la propia vida le enseñó eso, porque mi papá estuvo involucrado en varias divisiones del Partido Comunista en los años 40, 50, y creo que el haber participado en esas divisiones en alguna medida le hizo ver que podía tener diferencias con compañeros que estaban con él en la misma causa, pero que esas diferencias no podían romper vínculos.

Tanto no los rompieron, que uno de sus grandes amigos fue dirigente de Acción Democrática, y el otro, de Copei. “Nacidos los tres en el pueblo de Cúa”, precisa. “Por encima de esas diferencias fueron amigos hasta la muerte”.

Villegas describe a su padre como “un marxista leninista ortodoxo” pero “incapaz de irrespetar a alguien por su punto de vista”. La relación con él, debido a razones políticas, era “muy poco frecuente y se hizo frecuente ya después de los 70, cuando Caldera gana las elecciones”. Recuerda que, en la escuela, “uno tenía que explicar: ‘mi papá está preso pero no es ladrón’; es lo único que yo decía”.

CONSECUENCIAS DE LA COHERENCIA

–¿Ahora su padre sería una figura incómoda? ¿Sería incómodo para los dirigentes sindicales del momento?

–Yo creo que para algunos cuantos, sí. Yo sí creo que para algunos cuantos sí, aunque hablen a veces, aunque lo mencionen.

–¿Por qué sería incómodo?

–Precisamente por eso: porque mi papá era un tipo dado a la crítica, por ejemplo; no era un hombre que se iba a tragar una crítica por cuidar una posición. Siempre comentaba que a él no le importaba enfrentarse a una montaña de brazos alzados en el Comité Central si creía en un punto de vista, y así lo practicaba.

–Sí podía ser incómodo para alguna gente.

–Una figura como esa, de esas características, por supuesto que es una figura incómoda. Por supuesto que lo es. Cuando se cree en una manera de ver las cosas, se cree a pie juntillas en una idea, pues uno tiene que ser incómodo cuando considera que no se están haciendo las cosas como deben hacerse. A mí me ocurrió: yo no estuve de acuerdo con la Reforma Constitucional del año 2007 y yo no voy a decir que hice lo que hubiera hecho mi papá, pero hice lo que él me enseñó, porque si no estoy de acuerdo lo digo y punto.

–¿Y qué consecuencias ha tenido eso para Vladimir Villegas?

–No soy un héroe por eso. En aquel momento tuve que

abandonar el gobierno, dejé el gobierno. Eso implicó también la ruptura con muchos amigos, no por mí precisamente… compañeros que no aceptaron esa posición, pero yo no guardo rencor por eso. La consecuencia natural es el andar solo; por ejemplo, atravesar un desierto, pero eso también ayuda. Eso enseña mucho.

–¿Qué le enseñó a Vladimir Villegas?

–El desierto, ¿qué enseña? Bueno, vale, primero a estar solo, que es muy importante, a veces es buena la soledad para reflexionar. Uno se equivoca, a veces también la soledad te puede llevar a cometer equivocaciones, que es un tema para otras conversaciones quizá, pero sí te puede llevar a eso: a cometer equivocaciones.

Lo otro, según Villegas, es que “fijar las posiciones te da una tranquilidad espiritual que vale oro; la tranquilidad espiritual de uno haber dicho en su momento lo que consideraba y que el tiempo demostrara que uno tenía razón, es algo muy satisfactorio. Por ejemplo, yo creo que la Reforma Constitucional del año 2007 era una equivocación en ese momento”.

–Lo sigue pensando.

–No todo el articulado, pero sobre todo cuando comenzaron los agregados, cuando se hizo una lista de supermercado, allí se perdió esa reforma. Y yo hice un alerta en su momento; intenté hacerlo en espacio privado y no hubo manera, lo hice públicamente y eso implicó que tuve que salir del gobierno y no tuve problema en pagar ese costo.

CRÍTICA AL ESTALINISMO

Villegas lo dice por la calle del medio: “Yo no soy comunista. Ahora, no soy anticomunista tampoco. Me considero una persona de izquierda, esa formación de izquierda la tengo”. Cabe destacar que se separó el PCV aproximadamente en 1988.

El periodista hace énfasis en que, con los años, “uno evidenció que se cometieron grandes errores en nombre del socialismo, y grandes injusticias y grandes aberraciones en nombre del socialismo. Creo que el estalinismo le hizo un daño terrible a la revolución; no solamente soviética, sino incluso latinoamericana”.

El del estalinismo es un tema sobre el que se siente obligado a insistir. “Le hizo mucho daño al pensamiento de izquierda y le sigue haciendo daño, porque tenemos herencias del estalinismo que son dañinas; por ejemplo, la intolerancia”.

–¿La hay en Venezuela?

–Claro.

–Es decir, hay restos del estalinismo en Venezuela?

–Claro que los hay. En la falta de tolerancia al otro, en la falta de discusión abierta, en la alergia a la diversidad, por ejemplo. Yo creo que son elementos que hacen daño. Y no solamente en Venezuela, sino en América Latina.

Discutir abiertamente “es lo mejor que le puede pasar a un movimiento de cualquier signo. Y sobre todo si se proclama revolucionario: la discusión abierta, sin tapujos, sin límites”. Contra

la posibilidad de ese debate amplio atentan, a su juicio, “ciertas inseguridades ideológicas, en primer lugar, y el culto a la personalidad también”.

Inevitablemente aterriza en el chavismo, y asegura que “si en el chavismo se hubiese ac- tuado de una manera distinta frente a los diversos factores de disidencia que se presentaron, se habrían evitado muchas deserciones, mucha gente que se fue”.

–Dijo que no es comunista ni anticomunista. ¿Qué es?

–Yo me considero una persona de izquierda, pero también creo que el pensamiento de izquierda tiene que ir asociado con la idea democrática.

–¿No es intrínseco al pensamiento de izquierda la idea de democracia?

–Tiene que serlo. El problema es que hay gente que no lo cree así. No se puede ser demócrata de manera acomodaticia; se tiene que ser demócrata integralmente en ese sentido. La democracia que yo reclamo la tengo que practicar, y la tengo que aceptar.

–Si lo vemos ahora en el país, ¿qué sería actuar como una persona de izquierda democrática?

–Aceptar que existen pensamientos diversos, dentro y fuera del movimiento en el cual uno esté, por ejemplo; que ese pensamiento tiene d0erecho a expresarse y a ser difundido, a ser debatido. Si yo estoy seguro de lo que creo, ¿por qué tengo temor de que los otros se expresen? Cuando yo tengo ese temor, cuando se manifiesta ese temor es porque hay inseguridades.

Más que ceñirse a una definición –¿es socialdemócrata?– Villegas advierte: “Nos caemos a ideas o nos caemos a etiquetas”. Y añade que, en la actualidad, la gente en el país “se cae más a etiquetas que a ideas, y entonces etiquetazos van y etiquetazos vienen”.

Es, insiste, un hombre de izquierda, convencido de que esa izquierda “tiene que romper con un conjunto de dogmas” y de que ser de izquierda no es “acabar con el sector privado”. Tampoco piensa que ser de izquierda es “proclamar un falso igualitarismo” ni “criminalizar hasta las opiniones de los compañeros”.

¿Y qué es, entonces? Villegas describe el pensamiento de izquierda como “la necesidad de una sociedad más justa; trabajar para resolver las desigualdades sociales y para acabar con cualquier forma de exclusión”. Eso está muy claro en su bitácora.

T/Vanessa Davies
F/Luis Franco y José Luis Díaz

Vladimir Villegas porque se le vendio al Imperio NO Creo en los Villegas de Hoy

  • Wladimir en realidad es un oportunista como decia Karl Marx o como decimos ahora un NI Ni, cuando lo ponen a decidir y no haya q’ decir o de q’ lado ponerse y habla de debate, segun esta entrevista, el era el hermano q’ no participaba en los debates y ahora q’ no halla de donde agarrarse trata de vender un libro de su padre como q’ los escritos del comportamiento de su padre en vida le barraran las rayas q’ tiene el en su pais y q’ el pueblo entero los conoce ni q’ Urosa Sabino lo confiese y le borres los pecados cometidos en vida Sr. Wladimir, en usted Chavez puso su confianza y usted lo traiciono, asi q’ a esta ahora debe ir a llorar al valle, no gane premios con laacciones de los demas eso es portunismo, gane premios con sus propias acciones, ya el pueblo no cree en el clero y mucho menos en usted.

  • Sonr varias las consideraciones que se pueden hacer sobre el contenido de esta entrevista. La primera, es que la inclinación ideológica de los seres humanos deben ser inviolables, es decir, no admite cambios por intereses económicos o individuales o diferencias con uno u otro compañero camarada. Ser Marxista Leninista es algo que no admite cambios porque si no, tus convicciones quedan en entredicho. No admito que un Marxista, por diferencias con algunos de sus compatriotas, gire radicalmente a la derecha y se una a la ideología Neoliberal Fascista. Por otra parte, el sindicalismo nunca dejará de tener su corazoncito hacia una u otra ideología. Lo que si no debe es olvidarse de las reinvindicaciones de su clase obrera, en los casos en que l Estado Venezolano incumpla con ella.

  • los lideres sindicales en venezuela necesitan mucha formacion porque la conciencia la venden por un cargo o un salario no tienen valores raizados esto se lo llevo quien lo trajo