Al igual que muchas y muchos, ella está atrapada en una más de las trampas caza-bobos urdidas por la yunta financiera–comercial:
Buenos días señor. Me gustaría ver la camionetica que está en la vitrina, estoy muy interesada en comprarme una de esas, sincrónica y de color azul si es posible.
Esa está vendida, pero igual se la muestro, vamos…
Es perfecta, es precisamente lo que quiero, por favor díganme cuánto cuesta y para cuándo me puede conseguir una azul.
Ay mi señora la cosa no es así. ¿En qué país vive usted? ¿no sabe cómo está la situación? ¿no sabe que no hay carros? Usted ahora no tiene sino dos alternativas: o se anota en la lista de espera de una agencia a ver qué pasa o la compra usada.
Resignada y decidida a no dejarse estafar por personas inescrupulosas que venden los carros dizque usados al doble del precio, se dirige al escritorio que está en la entrada de las oficinas y comienza a darle los datos a una joven para que la incluya en la lista …
Ya casi terminamos, lo último que falta es que me indique con cuál de estos bancos va a tramitar el crédito.
Gracias, pero lo voy a comprar de contado.
Pero entonces no la puedo anotar porque aquí solo vendemos a crédito.
No entiendo, si tengo la plata ¿por qué le voy a pagar intereses a un banco?
Es política de la agencia y no puedo hacer nada.
Días después, por sugerencia de una amiga, se acerca a un concesionario de carros chinos, se da cuenta que las camioneticas equivalentes a las otras son más baratas y decide comprar una de cualquier color para no tener que esperar tanto.
Hoy, a más de un año de esta historia, sigue esperando la camioneta china y cada tres meses renueva la tramitación del crédito que no necesita, en el banco donde le “sugirieron” abrir la cuenta.
Menos mal que por ahí viene la Ley…