Antonio Elías, presidente de la Red de Economistas de Izquierda del Uruguay, aplaude la lucha contra la corrupción y el burocratismo emprendidas por el presidente Nicolás Maduro, y la ve como una forma de mantener la Revolución y no dejar que se desarme. Añade, además, que corrupción “no es solamente meterse la plata en el bolsillo, sino que el servicio de salud no se pueda tener, o que lo que se iba a construir no se haga o se haga a medias”.
El investigador -quien visitó Venezuela como miembro del jurado del Premio Libertador al Pensamiento Crítico- refiere que, con este llamado que hizo el Jefe del Estado, “se puso los pantalones”. Es “un gesto valiente”, una “admirable alarma” que apuntala el proceso de cambios, sentencia, en conversación con el Correo del Orinoco.
“Los procesos revolucionarios en buena medida se corrompen internamente” y caen debido a la corrupción, señala Elías. “Una revolución cae cuando las deslegitimas. Las revoluciones que caen por la intervención extranjera son las fuertes, y la única manera del capital de voltearlas” es con la represión.
Con base en este razonamiento “Estados Unidos no va a invadir Venezuela si encuentra cómo seguir dándole manija a Capriles, si encuentra cómo mostrar hechos de corrupción para deslegitimar al Gobierno. ¿Para qué van a dar un golpe si pueden esperar el referendo revocatorio”, argumenta.
-¿Es la corrupción la amenaza para nuestras revoluciones?
-La corrupción y la burocracia.
-¿Más que Estados Unidos?
-¿Ahora? Sí, por supuesto, Venezuela tiene el peligro de destruirse internamente. El imperialismo puede jugar, pero no militarmente: juega con las denuncias, con la plata, con comprar gente. Tiene registrados los débiles.
Insiste en que, a pesar de la posibilidad de que la lucha contra la corrupción se convierta en un pase de factura, “el peor riesgo es que esto siga así”. El Presidente “ha asumido una posición de liderazgo” y se la jugó; es “muy valiente, no es un discurso banal el que hace”.
El dirigente recalca que, lo que se haga, “debe ser ejemplarizante” para “que todo el mundo sepa que es verdad, que es en serio”.
SOCIEDAD INDIVIDUALISTA
Elías reflexiona que nosotras y nosotros “nos educamos en estas sociedades, somos profundamente individualistas”. En el proceso revolucionario “estamos dispuestos a dar la vida”, pero eso dura un tiempo; es decir, se mantienen mientras el conflicto es “patria o muerte”.
Después “viene la vida común, y con la vida común las cosas que nos motivaban se van apagando “y empiezan a bajar las defensas”, y toman su lugar la vanidad, la ropa, la supuesta belleza, los sitios caros. “Empezamos a abandonar nuestras costumbres y empezamos a acostumbrarnos a otro nivel de vida” que es inaccesible.
-¿Lo atribuye al individualismo?
-A la cultura del capitalismo, a la forma cómo nos formamos.
-En el socialismo real hubo corrupción.
-Por supuesto. Pero el socialismo real ¿de dónde salió? Hay dos lógicas: una, con las reglas que impone el sistema; y otra, la de las reglas internas, que son muy difíciles de cambiar; son hábitos y costumbres. Si no, ¿cómo te explicas que la Unión Soviética se desplomó de un día para otro y se convirtió en una sociedad capitalista?
CAMBIO INTERNO
Lo que está buscando Maduro es cambiar internamente, resume la historiadora Carmen Bohórquez, coordinadora de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad. “Esa era la prédica constante de Chávez: la liberación moral, la liberación interna, la construcción de una ética colectiva que te sirviera como un muro de defensa contra todas esas tentaciones del consumismo que te rodea”, sostiene.
Bohórquez describe que la Revolución intenta construir “una sociedad socialista dentro de un medio absolutamente capitalista”. ¿Y cuáles son los valores del capitalismo? Eso determina “una ética cotidiana, una visión de la vida, y la visión de la vida es que te ves realizado en los objetos materiales que puedes tener o que puedes acumular, y de los que puedes pavonearte ante los demás”.
-¿Eso lleva a la corrupción?
-Sí, porque te crea una necesidad de tener y tener y tener para poder demostrar en la sociedad que existes. Contra esos antivalores del capitalismo todavía no hemos logrado crear unos valores reales del socialismo, porque hemos avanzado en la emancipación política y estamos haciendo ensayos de transformación económica, pero hemos descuidado el trabajo de la emancipación cultural y mental.
NUEVA HEGEMONÍA
Bohórquez sostiene que “hay que construir una nueva hegemonía, y eso no lo hemos trabajado en profundidad porque las circunstancias no nos han dado mucho tiempo para ello”. En 14 años “se han realizado 17 elecciones, más golpe de Estado, más golpe petrolero, más conspiraciones permanentes, guarimbas, etcétera, hemos estado siempre a la defensiva con poco tiempo para plantearnos un trabajo más profundo de educación interna”.
-¿Cómo queda la corrupción en esa nueva hegemonía?
-No tendría cabida en absoluto, porque estás construyendo unos valores diferentes que van a regir tu conducta cotidiana. Tú vales, no porque cargas la última camioneta, sino porque eres una persona a la que la colectividad considera un referente moral; una persona solidaria, intachable.
-¿Qué se necesita para llegar a eso?
-Una prédica permanente, una lucha permanente; trabajar mucho con las maestras y en las escuelas.
La historiadora enfatiza que la Revolución decidió, primero, incluir a las niñas y a los niños, garantizar los alimentos y la educación. “Pero creo que ya la Revolución ha resuelto de cierta forma, o por lo menos hay un piso material suficiente, como para lo que ahora está haciendo el presidente Maduro: Vamos a la batalla moral, vamos a la batalla ética”, señala. Se trata de “educar a las nuevas generaciones para que nunca más ese fenómeno vuelva a aparecer”.
La parlamentaria considera que la espada (la justicia) y la educación “tienen que ir juntas”, porque “la educación sin la espada no funciona; tienen que pasar cosas, tiene que haber una postura ética, política de los líderes de la Revolución”.