¡Abriendo paso al socialismo!|Farruco Sesto: Si de televisión hablamos… (Opinión)

La siguiente es una opinión estrictamente personal. Quiero dejar eso por delante. Esta opinión la expongo a nombre propio, como ciudadano libre de un país libre. A nadie comprometo con ella.

Y lo que digo es que la cultura de la violencia transmitida por TV no es nada si se la compara con la cultura del consumo (y por lo tanto de posesión de bienes materiales) que es inducida por la publicidad. Si la exposición de la violencia hace, por ejemplo, un daño X, el lavado de cerebro colectivo por parte de la publicidad hace un daño, al menos, diez veces superior, o sea 10X.

Esa es la relación, y cuidado si no me quedo muy corto.

El martilleo continuo de la publicidad de un solo canal privado de TV produce más valores negativos en un día que toda la industria del cine en un año y que todas las telenovelas juntas de ese canal por muy absurdas que sean.

Porque el cine o la telenovela al fin y al cabo son percibidos como ficciones. Pero la publicidad está diseñada como parte integrante y moldeadora de la realidad, para incidir en ella.

He ahí, a mi juicio, el problema esencialmente ético de la televisión privada: la distorsión de los valores producto del “libre” juego de la publicidad. Mantienen una relación de sujeción a los anunciantes. Dependen estructuralmente de ellos. Y no tienen salida. No es una cuestión de buena voluntad.

Es una cuestión de negocios, en el que paga impone. Quiero decir, y lo digo, que la publicidad incitadora del consumo es intrínsecamente perversa por la distorsión que hace de los valores. Y es uno de los principales instrumentos ideológicos para la deshumanización.

En ese influyente y funesto mundo publicitario la felicidad depende de un refresco. La afirmación de la personalidad, de la posesión de cierto tipo de carro. El bienestar de una relación, del uso de un perfume. Y así por el estilo. Esos son los valores que se transmiten a través de la publicidad: el tener es más importante que el ser (como en el antiguo refrán: tanto tienes, tanto vales) la apariencia es más significativa que la esencia, la viveza más que el esfuerzo.

Es así.

Lo digo sin que me quede nada por dentro y sabiendo que no hay nada que hacer, al menos por ahora: para mí la publicidad en términos generales es una desgracia. Y algo tendrá que ver, entonces, con la famosa “pérdida de valores” que tanto incide en la violencia.

farrucosesto@gmail.com

Ni hablar de la publicidad dirigida a niños, desde sus primeros días de vida están siendo bombardeados de basura, comida chatarra, golosinas, juguetes y demás productos realmente innecesarios. Comparto tu opinión totalmente

  • Excelente artículo. Para atacar esto, necesaria es la educación, formación, etc. para tratar de no ser manipulados por CUÑAS PUBLICITARIAS.

  • Es un pensamiento prácticamente compartido, muchas personas sólo critican la violencia común no el transfondo del contenido de la publicidad, lo pueden observar en una clase de cualquier estudiante de publicidad en cualquier universidad, son estimulados a condicionar y convencer el cliente para obtener el producto sea cual sea ese producto.