Gualberto Martínez y los hermanos Hiram y Adrián Parra Bermúdez, todos nativos del estado Yaracuy; José David (Cojedes), Wilfredo Bermúdez y Raúl Urdaneta, valencianos; Víctor Padilla (Miranda) y Cecilio Fréitez (Trujillo) son ocho estudiantes que participaron en la rebelión del 4 de febrero de 1992. También acompañaron al presidente Chávez en el Cuartel San Carlos.
Para los hermanos Parra Bermúdez, recordar los sucesos después de 20 años representa una gran amargura, no sólo por las secuelas de los golpes y las torturas de las que fueron víctimas por parte de efectivos militares leales al expresidente Carlos Andrés Pérez, sino por el olvido al que fueron sometidos todos los jóvenes universitarios que participaron en la rebelión.
Aunque no se arrepienten de haber contribuido con la gesta revolucionaria, esperan que sus historias sean reconocidas y narradas, como ejemplo del sector estudiantil que en la época luchaba contra de las medidas neoliberales, implementadas por un Gobierno que pretendía “privatizar el país”, recuerdan.
Hiram Parra tenía apenas 19 años y estudiaba Economía en la Universidad de Carabobo (UC) junto a su hermano Adrian, quien es un año mayor y estudiaba Ingeniería Civil. Ambos fundaron la Asociación de Estudiantes Yaracuyanos en Carabobo, para proteger y lograr beneficios para las y los 800 jóvenes que cursaban estudios en la institución.
“Ya desde los 16 años tenía en mí el gusanito de la Revolución; para esa época se sentía el descontento por las medidas económicas que implementó el gobierno de CAP”, narró Parra, desde su casa en San Felipe (Yaracuy).
Luego de varias reuniones clandestinas con algunos militares de la época, decidieron unirse a la rebelión. La misión: convencer a los estudiantes y a las comunidades para que apoyaran las acciones que se implementarían para salir del gobierno de turno.
Lo que sucedería el 4 de febrero a la 1:00 pm en el sector La Bocaina (Valencia) marcaría sus vidas y las de sus familiares para siempre.
“Nosotros (los estudiantes) estábamos en el sector La Bocaina manifestando y arengando a la gente para que saliera a defender la Revolución, pero fuimos emboscados por un grupo de efectivos de las Fuerzas Armadas leales al gobierno y nos cayeron a tiros; ese día murieron cuatro compañeros estudiantes”, contó.
-¿Qué les hicieron?
-A muchos de nuestros amigos les dieron tiros de gracia y los mataron frente a nosotros; luego nos obligaron a cargarlos. Nos golpearon con peinillas y con las culatas de los fusiles en las cabezas. Nos pusieron electricidad en los pies y el cuello.
-¿Cuántos estudiantes eran?
-Cuando estábamos manifestando éramos un grupo grande, pero sólo lograron detener a 21, entre los que estábamos nosotros.
-¿A dónde se los llevaron?
-Después de asesinar a nuestros amigos nos llevaron a la Comandancia General de la Policía de Carabobo. Fue allí donde más nos torturaron; se ensañaron con nosotros. Mi hermano Adrián aún conserva heridas serias en la cabeza. No nos prestaban atención médica, teníamos que lavar nuestras heridas con agua y jabón azul. Luego de 20 días de tortura, liberaron a 13 de los estudiantes, y quedaron 8 detenidos. A nosotros nos dejaron. Nos trasladaron al Cuartel San Carlos.
-¿En algún momento creyeron que morirían?
-Sí, ese día creímos que sería el último. Nos metieron en una camioneta y nos hicieron comentarios. Creímos que seríamos ajusticiados.
ENCUENTRO CON CHÁVEZ
-¿Qué pasó cuando llegaron al Cuartel San Carlos?
-Allí estaba nuestro Comandante y el resto de los militares. Ellos nos ayudaron entregándonos artículos de limpieza, comida, libros. Nos dieron aliento.
-¿Hablaron alguna vez con el comandante Chávez?
-Nos tenían alejados de ellos, pero conseguimos la forma de encontrarnos con él en la biblioteca. Nos trató muy bien y hasta nos compuso una canción, pero los custodios nos descubrieron y fuimos castigados por eso.
-¿Cuánto tiempo estuvieron detenidos?
-Unas semanas, realmente. El movimiento estudiantil presionó con protestas exigiendo nuestra libertad y fueron ellos lo que lograron el sobreseimiento de la causa. Cuando salimos del Cuartel San Carlos, los militares, liderados por nuestro comandante, nos cantaron una canción de despedida.
-¿Qué pasó después de esos sucesos?
-No pudimos continuar con nuestras vidas y estudios en Carabobo, porque fuimos acosados por la Dirección de Inteligencia Militar (DIM). Llegaban a nuestra casa, hacían preguntas, nos seguían, así que decidimos quedarnos encerrados en Yaracuy por mucho tiempo.