Por Néstor Rivero|Humanidad bajo sospecha (Opinión)

A partir de un punto de llegada la espiral tecnológica impulsada por el capitalismo comenzó a generar sus demonios con tan inusitada fuerza que, sus propios creadores, los descendientes del doctor Víctor Frankenstein, se vieron impotentes para someter la criatura al lindero de alguna racionalidad.

La tecnología impulsada por las leyes de la ganancia se convierte en diabólico instrumento que rompe cualquier camisa de fuerza y se rebela cuando alguien propone la reorientación ética de sus usos, para evitar que se viole el sano propósito que debe guiar la actividad científica.

Así sucedió con el Proyecto Manhattan, el cual desembocó en la bomba atómica que se hizo estallar en el desierto de Álamo Gordo, Nuevo México y en las catástrofes humanitarias de Hiroshima y Nagasaki.

El equipo de científicos dirigido por Robert Oppenheimer, tras la aprobación del presidente Franklin D. Roosevelt de que que se fabricase la bomba, procedió -ante los recursos cuantiosos depositados en sus manos-, como el grupo de niños que juega con las sonajas de la cuna, sin preguntar si ayudan o perturban a otros, o si se debe regular su empleo.

Y la bomba se les fue de las manos cuando, tras arribar Harry Truman -uno de los más firmes aliados del Complejo Militar Industrial- a la Presidencia de Estados Unidos, dispuso la destrucción de dos ciudades japonensas, en las cuales no había guarniciones militares que amenazasen para nada las fuerzas estadounidenses del general Douglas MacArthur.

Y ese antecedente debe tenerse en cuenta a la hora de juzgar el sistema de vigilancia moderna conocido como ‘Proyecto Echelon’ el cual cada día, penetrando las comunicaciones de gobiernos, políticos, militares, parejas de enamorados, comerciantes y distraídos estudiantes, acelera su control absoluto sobre la vida de todas las personas a lo largo de los continentes.

Mediante la interceptación de cualquier mensaje que se conecte con los satélites instalados en la estratosfera, de cada llamada desde un aparato de telefonía fija o celular, cada mensajito de texto, y todo lo que se transmite o recibe por internet, todo, termina en sus centrales. Toda la humanidad debe rebelarse contra ese “Estado de sospecha”.

nestor5030@gmail.com

MISERO MORTAL QUE EN TU SERVILISMO TE CONVIERTES EN ESPIA, SERA QUE EL VIENTRE DE LA HIENA QUE TE PARIO SE DEGRADO TANTO A RATAS DE CLOACAS ; BIEN OS RECUERDO QUE EL MUNDO LIBRE OS TIENE EN LA MIRA…