A 91 años de su muerte|José Gregorio Hernández aún espera por su beatificación

Cada 29 de Junio, miles de feligreses manifiestan su fe con oración y visita en la Iglesia La Candelaria ante el altar del Doctor Hernández Cisneros

«El Venerable», como fue nombrado en el año 1985 por el entonces máximo representante de la iglesia católica, Juan Pablo II, aún espera la declaración por el Vaticano que lo eleve a la categoría de Beato, y posteriormente a Santo.

Este 29 de Junio se conmemoran 91 años de la partida del Hijo de Isnotú, José Gregorio Hernández, pero su expediente aún espera en las gavetas de la Santa Sede.

En Isnotú, estado Trujillo, fue donde nació un 26 de octubre de 1864 el primero de seis hermanos, hijos de Josefa Antonia Cisneros Mansilla y Benigno María Hernández Manzaneda, bautizado José Gregorio. Su padre le convenció para que estudiara Medicina, a pesar del primer deseo del joven por estudiar leyes, así que se traslada a Caracas para culminar los años de bachillerato en el Colegio Villegas.

JOSÉ GREGORIO, EL MÉDICO

Para el 28 de junio de 1888, Hernández recibe el título de Medicina en la Universidad Central de Venezuela. Luego de graduarse, el Gobierno de Venezuela le otorga una beca que le permite viajar a París.

Un año más tarde cursa estudios en el laboratorio de histología de Mathias Duval, profundizando sus conocimientos en las áreas de Microbiología, Histología Normal, Patología, Bacteriología y Fisiología Experimental, entre otras.

EL PROFESOR

Culminados sus estudios en 1891, Hernández regresa a Venezuela a fin de ingresar como profesor en la UCV de Caracas, en las cátedras de Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental y Bacteriología. Además, aprovecha para traer valiosos equipos médicos al Hospital Vargas, entre ellos el primer microscopio para Venezuela.

El 14 de septiembre de 1909 es nombrado profesor de otra Cátedra, esta vez la de Anatomía Patológica Práctica.

Su labor docente se vio interrumpida en dos oportunidades. La primera, cuando decidió hacerse religioso, el 16 de julio de 1908, regresando el 21 de abril de 1909. La segunda se produce en 1917 cuando viaja a las ciudades de Nueva York y Madrid a realizar estudios.

Era conocido como un profesor culto, dado que hablaba francés, alemán, inglés, italiano, portugués, dominaba el latín, era músico, filósofo y poseía profundos conocimientos de teología.

MÉDICO, CIENTÍFICO Y HOMBRE DE FE, AL SERVICIO DEL PUEBLO

José Gregorio era un ferviente creyente del catolicismo, por lo que decidió abocarse a la vida religiosa. En el año 1907 se embarcó rumbo a Italia con la intención de ser monje de clausura y así dedicarse solo a Dios en la oración. Consideraba que el sacerdocio es «lo más grande que existe en la tierra».

En 1908 entró en la Cartuja de Farneta tomando el nombre de «Hermano Marcelo». Pero nueve meses después de su ingreso, se enfermó, lo que motivó su regreso a Venezuela.

Llegó a Caracas en abril de 1909 y ese mismo mes recibió permiso para ingresar en el seminario «Santa Rosa de Lima». Posteriormente viajó a Roma, pero nuevamente una afección pulmonar pone freno a su vocación por el sacerdocio y es obligado a retornar a su tierra natal.

En ese momento comprendió que su servicio a Dios era a través de su vocación médica a favor del prójimo.

Fatídicamente, el 29 de junio de 1919 un golpe en el cerebro pone fin a la vida del Venerable de Isnotú, en la esquina Amadores de la populosa parroquia caraqueña La Pastora, cuando un vehículo lo golpea y cae al suelo mortalmente herido.

Sus restos fueron trasladados en 1989 del Cementerio General del Sur, a la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, templo religioso que visitaba.

la Iglesia Católica venezolana inició en el año 1949 el proceso de beatificación y canonización por parte del Arzobispo de Caracas, Monseñor Lucas Guillermo de Castillo ante el Vaticano, sin tener respuestas aún por parte de sus representantes.

De completarse este proceso, se convertiría en el primer santo de ascendencia venezolana.

LA VOZ DE SUS DEVOTOS: EL VATICANO ES EL RESPONSABLE

Para sus devotos, la justificación de asociar al Doctor José Gregorio con personas dedicadas a las ciencias ocultas (brujería o hechicería) no es razón para que no se haya consumado su beatificación, al tiempo que exigieron al Vaticano dar explicaciones.

A juicio de Carmen Romero, quien sufrió un Accidente Cerebro Vascular y se declara fiel devota del Doctor Hernández Cisneros,  los verdaderos culpables  de la no beatificación son los Papas que han pasado por la Iglesia Católica, en especial Juan Pablo II.

Según la creyente, el representante del Vaticano le confirió el titulo de Venerable en 1985, pero no se ha visto un verdadero interés por parte de la máxima Sede católica respecto al caso del llamado “Santo de Venezuela”.

Para la señora Berenice Girón, los miles de milagros atribuidos al Siervo de Dios son suficiente peso para su beatificación, enfatizando que no es justa la posición de los altos representantes católicos.

José Gregorio Urbina, Otro adorador del Doctor, señaló que el silencio mantenido por los representantes de la Santa Sede con el caso del médico trujillano, es por cuestiones políticas, a lo que recordó que no es responsabilidad de los practicantes de las ciencias ocultas que no se haya consumado la propuesta, pues a su juicio “estas personas lo utilizan para curar”, dijo.

Acotó que causa sorpresa que no se haya realizado su exaltación, porque el mismo Vaticano ha estado trabajando por la beatificación de otros personajes de la historia, como Juan Pablo II, que tienen menos tiempo y no se le han conferido tantos milagros.

T y Fotos/Luis J. González C.



Oh, Dios misericordioso,
que te has dignado escoger al Venerable Dr. José Gregorio Hernández
para que, movido por tu gracia,
practicara desde niño las más heroicas virtudes,
en especial una Fe ardiente,
una Pureza angelical
y una Caridad encendida.
Siendo ésta la escala por la cual su alma voló a tu divino encuentro
cuando recibiste el holocausto de su vida.
Concédenos que brille pronto sobre su frente la aureola de los santos,
sí es para tu mayor gloria y de la Santa Iglesia.
Amén.