En los años 50 del siglo XX en Estados Unidos se gestó una abyecta campaña de desprestigio y persecución contra los sectores progresistas del mundo cultural, a los que se les acusó de comunistas.
Fue lo que se conoció como macartismo, debido a que su principal portavoz era el senador Joseph McCarthy, furibundo derechista que se hacía eco de la propaganda antisoviética predominante durante la Guerra Fría.
Hoy, cuando aquel anticomunismo ramplón pareciera ser cosa del pasado, la Conferencia Episcopal nos recuerda que todavía esa postura reaccionaria predomina en los estratos de la ultraderecha nacional e internacional, aunque se vista de sotana.
Monseñor Diego Padrón, presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela, dio el puntillazo al rechazar el Objetivo II de la Ley Plan de la Patria, con el argumento falaz de que impone un “sistema estatista, totalitario, radical, excluyente y de corte marxista-comunista”.
Como se puede apreciar no faltaron adjetivos para calificar el plan, que por cierto, es la suma mayoritaria de la opinión del pueblo venezolano aprobado en las elecciones de octubre de 2012, cuando fue reelecto el comandante Hugo Chávez, y ratificado en los comicios de abril de 2013 con la victoria de Nicolás Maduro.
Pero al Episcopado le molestó que el presidente Maduro, en cumplimiento de la Constitución, lo enviará a la Asamblea Nacional, donde fue sancionado como Ley de la República y, por ende, se hizo de obligatorio cumplimiento por los venezolanos.
Además, en la posición de los obispos también se percibe, amén del anacrónico lenguaje anticomunista, una verdadera manipulación sobre lo que significa el Objetivo II del plan, que establece la premisa de continuar construyendo el Socialismo Bolivariano del siglo XXI como alternativa al modelo salvaje del capitalismo.
Entonces, la gran pregunta es: ¿Acaso la Conferencia Episcopal está de acuerdo con mantener al actual modelo capitalista de explotación generador de la pobreza y las desigualdades más extremas en el mundo?
¿Acaso acabar con el analfabetismo, reducir la pobreza extrema como nunca en la historia; construir viviendas dignas para los sectores más necesitados; llevar la medicina a los barrios donde no entraba ni siguiera un paramédico; entregar las enseñanzas de Simón Rodríguez y dar el verdadero valor histórico de Bolívar, Miranda, Sucre, Zamora y todos nuestros héroes independentistas es, como lo dice monseñor Padrón, totalitarismo y marxismo-comunista? No, esto es justicia social que solo se logra en el socialismo.