Para el criterio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las Islas Malvinas constituyen un territorio en disputa entre la República Argentina y el Reino Unido. Para los pueblos latinoamericanos y el propio Parlamento Latinoamericano, no hay ninguna duda: “Las Malvinas son argentinas”.
El 10 de febrero de 2012, el entonces canciller argentino Héctor Timerman realizó una denuncia contra la Gran Bretaña ante las Naciones Unidas por la visible «militarización» del Atlántico Sur, en una reunión en Nueva York con el secretario general de la organización, Ban Ki-moon.
Este año, el ministro de Defensa del Reino Unido, Michael Fallon, informó la decisión del gobierno de Davis Cameron de impulsar una nueva ofensiva militar en las islas del Atlántico Sur, ubicadas a unos 12.00 km de Londres y a unos 350 km de las costas argentinas.
Con la característica arrogancia colonialista, Fallon anunció la inversión de 120 millones de dólares para “modernizar la infraestructura defensiva de las islas”. Un tercio de ese presupuesto será destinado a reforzar la base militar Mount Pleasant . Además reconoció que actualmente están estacionados en ese territorio, 1.200 militares, aviones Typhoon, helicópteros, barcos de la Armada británica y tropas de la infantería.
Cameron apuesta seguramente a mejores vínculos con las nuevas autoridades. “Ahora queremos construir una mejor relación con el nuevo Gobierno argentino, con los vecinos del Atlántico Sur y los miembros del G-20”, sabiendo que a Mauricio Macri le interesan más sus relaciones “carnales” con Wahington y Londres que la soberanía argentina.
Los nuevos planes imperialistas del Reino Unido constituyen otra amenaza para Nuestramérica.