Por Alberto Aranguibel B.|Memorias del fascismo cotidiano (Opinión)

El fascismo ordinario es el nombre del documental del cineasta ruso Mijaíl Ilich Romm, que describe con magistral capacidad narrativa el proceso de gestación y desarrollo del fascismo desde sus signos mas incipientes hasta su fase mas acabadamente cruel e inhumana.

La excepcional obra, presentada en 1965 en París por quien fuera uno de los mas meritorios discípulos de Sergei Eisenstein, es el resultado de una meticulosa labor de edición que tuvo como fuente los archivos originales de miles de materiales fílmicos alemanes encontrados por los rusos durante la toma de Berlín en 1945, por lo cual se convierte en una auténtica radiografía de irrefutable carga histórica acerca de un fenómeno como el fascismo que por lo general la sociedad no percibe sino cuando su furiosa devastación es ya incontenible o irreparable.

Es un documento importante porque advierte el peligro que encarna para la sociedad la indiferencia o subestima con que se asuma la intolerancia política desde su mas temprana etapa. Saber reconocer a tiempo el fascismo puede salvar a una sociedad del holocausto.

Con punzante ironía, el cineasta alerta al mundo sobre el proceso de enajenación que hace que un sector de la sociedad desprecie progresivamente las formas democráticas en el debate de las ideas de tal manera que su único argumento válido termine siendo la mas irracional violencia hacia el prójimo y de cómo toda una sociedad puede llegar sin darse cuenta a ser sometida por su brutal perfidia, a partir, por lo general, del engaño, la demagogia y la manipulación de la realidad.

Matilde Urrutia, la entrañable compañera de Pablo Neruda, se refiere a esa imperceptibilidad del fascismo incipiente en su libro Mi vida junto a Pablo Neruda (Seix Barral 2002).

“Estamos solos –dice- con este inmenso dolor. Seguimos oyendo noticias: nadie puede salir de su casa, quien desobedezca morirá. Son los primeros bandos. Pablo está muy excitado, me dice que habló con unos amigos y que es increíble que yo no sepa nada de lo que pasa en este país […] Estamos aquí, solos, sintiendo toda la amargura del mundo. Salvador Allende asesinado, La Moneda incendiada, muy pronto en la televisión veríamos las llamas, el humo, la destrucción, y nos preguntábamos entonces: ¿Dónde estaban estos chilenos capaces de hacer todo esto? ¿Dónde estaban, que nosotros no sabíamos de su existencia?”

El presidente Nicolás Maduro reflexionaba al respecto en el acto con motivo del lanzamiento de la revista de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) en el Teatro Bolívar de Caracas, casualmente el día en que se conmemoraban 43 años del zarpazo que el fascismo le diera a la democracia en Chile. Señalaba ahí el Primer Mandatario aspectos del proceso que dio origen a la corriente fascista en la Alemania de principios del siglo XX, como consecuencia de la gran crisis mundial del capitalismo a finales de los años 20 y el surgimiento de la ideología nazi apoyada por el sionismo internacional.

Casi desde sus orígenes como nación, Estados Unidos ha necesitado siempre de enemigos que justifiquen la cruzada mundial de sus ejércitos en lo que ellos mismos han dado en llamar eufemísticamente “la defensa de su seguridad nacional”. Esos enemigos, la mayoría de las veces fabricados por el Departamento de Estado con su política de financiamiento a grupos subversivos en el mundo entero, solo son registrados por la historia en su condición de “peligro para la humanidad” cuando su fuerza destructora es ya un hecho cotidiano instaurado en la sociedad.

Las circunstancias sociales, políticas, y económicas, que crearon las condiciones para la aparición de esos fenómenos que atentaban recurrentemente contra la gobernanza democrática y la paz social de las naciones, fueron relegadas o ignoradas de manera sistemática por la historia, fundamentalmente porque detrás de esas razones que los originaron estuvo siempre el interés de los sectores dominantes que han moldeado a su antojo la dinámica de los sistemas económicos y políticos del mundo.

“¿De dónde surge Hitler?” se preguntaba el presidente Maduro. “Infiltrado –se responde- como parte de una organización de ultraderecha, de ese ejército de Alemania que había sido derrotado en la I Guerra Mundial, Hitler aprende toda la estética y la forma política del partido obrero de la región donde él se había infiltrado. Y luego, cuando empiezan a impulsarlo como líder, asume el discurso, las formas, el nombre de la lucha obrera, e inclusive de la lucha socialista. Porque en Alemania, como producto del impacto histórico de la Revolución Rusa que dio como resultado la fundación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, casi hubo una segunda revolución bolchevique.”

“Y es precisamente –concluye- a partir de robarse los símbolos de los movimientos obreros y de izquierda que comienza a surgir el partido nazi. Sembrando odio, intolerancia, primero contra los comunistas y la izquierda… Los primeros campos de concentración se crearon en Alemania y fueron capturados y metidos en esos campos de concentración, en 1934, miles de dirigentes revolucionarios de la izquierda y del Partido Comunista. Y Europa entonces se quedó callada. La humanidad se quedó callada.”

La sola pronunciación del término eriza la piel de quienes han sufrido los rigores del fascismo en cualquier grado o modalidad. Pero también de aquellos que sin haberlo padecido en carne propia conocen (en razón de sus estudios o conocimientos sobre la materia) la degradación de la condición humana a los que conduce esa fase superior de la intolerancia.

Sobrepuestos al escozor, y en atención a la eventualidad de que los acontecimientos de violencia o de simple tensión política en el país no fuesen ya expresiones aisladas de una que otra parcialidad o individualidad, sino parte de un fenómeno generalizado que nos negamos a reconocer, ¿podemos los venezolanos de hoy en día determinar con alguna certidumbre la posibilidad de que en algún sector de nuestra sociedad se esté gestando una deformación ideológica o una desviación cultural de naturaleza fascista?

Por supuesto que sí.

Cuando se generaliza entre las filas de un sector como el de la oposición venezolana el tono amenazante, cargado del mas irracional y desenfrenado odio hacia quienes no comparten su visión entreguista y pitiyanqui de la Patria, lleno del mas virulento deseo de muerte hacia esos venezolanos cuyo único pecado es soñar para su país el espacio de paz, justicia e igualdad que el mundo capitalista les niega a los pobres y desamparados de la tierra que ese mismo capitalismo genera con su perverso modelo de exclusión, explotación y acumulación de riqueza en pocas manos, se puede decir que se está en presencia de los signos inequívocos de un fascismo embrionario.

Pero cuando se les ve accionar como cuando tuvieron la única oportunidad de hacerse del poder por unas horas apenas en abril de 2002, persiguiendo en jauría sedienta de sangre a cuanto chavista pudieran darle caza; y se les escucha vitoreando frenéticos la asunción de un tirano mediante un bochornoso autojuramento; o se les ve regocijarse con la muerte de un ser humano que cae víctima de un cáncer fulminante porque no se trata de uno de los suyos sino del mas grande líder de todo un pueblo; o por las balas asesinas de los francotiradores que su misma gente coloque para acabar con la vida de quienes defienden su derecho a un modelo de sociedad con base en el ideario de sus libertadores; o por las guayas asesinas que sus copartidarios cuelguen en la vía pública para exterminar la dignidad de ese pueblo degollándolo, entonces ya no se presume sino que se puede asegurar que en efecto sí existe un fascismo perfectamente vivo reptando en las entrañas del tejido social.

Con ese fascismo estamos conviviendo desde hace mucho rato. Que no hayamos querido asumirlo con la debida responsabilidad para contener su desarrollo es otra cosa. Pero el fascismo está ahí, junto a nosotros, en cada rincón de Venezuela donde las opciones del diálogo político estén siendo cercenadas o simplemente petardeadas por una derecha obtusa, terca e irresponsable que no tiene ni la mas remota idea del monstruo que está engendrando con su necio empeño en ver en la Patria solo un negocio al cual pudieran sacarle buen provecho en forma de unos cuantos dólares.

Ojalá no sea tan tarde para la cordura de quienes todavía ahí puedan tenerla.

@SoyAranguibel

Es muy real esta postura sobre el fascismo,cada día es más visible la actitud de muchas personas que han sido contaminadas por posiciones,posturas y comentarios que tienden a apoyar los hechos bochornosos que suceden a diario sobre la problemática social de nuestro país,el grave problema de la escasez de alimentos,principalmente derivado del sabotaje generalizado a nuestra economía,que muchos no aceptan como tal,pero que mella nuestra esperanza en un futuro mejor, a veces produce reacciones de frustración bastante pesimistas y cuando suceden hechos inmorales como el bachaqueo,el acaparamiento de alimentos por nuestros propios vecinos y amigos aceptamos sumisos el abuso y nos volvemos complices y no vemos el regocijo de muchos por esto y no pensamos en parar estos hechos sino en «la salida»,»saquen a maduro»,»fuera esta dictadura».»fuera el chavismo».es decir la violencia fascista para arreglar esta situación cuyo final sería eliminar.asesinar.botar.expulsar y destruirlo todo.