Quien desee interpretar la denuncia de corrupción que se hiciera la semana pasada en la Asamblea Nacional contra integrantes del partido Primero Justicia, como un mero show o espectáculo, no ha comprendido la re-valorización de la política que se ha dado en el país en los últimos 14 años.
Quien habla de «revalorizar», habla de valor, y quien habla de valor, habla de ética. No hay política sin ética. Los valores políticos no son otra cosa que la aplicación en el plano social de los fundamentos éticos de cada persona, familia o grupo etáreo.
El bien común que sustenta la política, antes de ser común, es bien de cada uno. La discusión en la polis o ciudad no es más que la conjugación de mis valores y los tuyos: una construcción política de las diferentes éticas.
El chavismo no es sólo una construcción política colectiva. El chavismo es también un fenómeno ético, un intento por re-valorizar la política contemporánea venezolana. Chávez, antes de ser un símbolo político, comenzó siendo un ícono ético que irrumpió un 4 de febrero contra la des-moralización política cuartorrepublicana que había, a su vez, logrado desmoralizar a todo un pueblo.
Chávez y el chavismo lograron moralizar al pueblo venezolano por una razón muy simple: hicieron penetrar la discusión moral dentro de la discusión y práctica política del país. Hugo Chávez re-definió incluso el concepto del «político», criticando, entre otras cosas, la práctica más que conocida del «no me den, póngame donde haiga».
Chávez es líder de todo un pueblo precisamente porque se convirtió en paradigma, no solamente político, sino también ético. En la IV República hubo importantes figuras políticas, pero ningún presidente estuvo a la altura del compromiso ético que clamaba todo un pueblo.
El único futuro posible que ha de tener pues el chavismo, está en la preservación de la verticalidad, no sólo política, sino ética de Hugo Rafael Chávez Frías.
No crea el chavismo que solamente criticando la paja corrupta e inmoral que tiene en el ojo la oposición venezolana, podrá mantener el carácter ético de Chávez.