Iris García es una de las dos mujeres que trabajaron con Hugo Chávez Frías en la formación del equipo cívico-militar que preparó la gesta insurgente del 4 de febrero de 1992 que dio a conocer mundialmente al comandante revolucionario.
Cuenta que estando en Francia, donde estudió ingeniería, fue que empezó a despertarse en ella el espíritu rebelde, de lucha, al percatarse de la “necesidad de liberar a Venezuela de la seudodemocracia” que imperaba para aquel entonces por medio de los gobiernos adecos y copeyanos.
“Yo vine con ganas de trabajar en función de la liberación de mi país”, manifestó. Al poco tiempo de regresar, se radicó en Mérida, y de inmediato comenzó a trabajar en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de los Andes (ULA), donde se empieza a relacionar con otras personas que tenían sus mismos ideales.
“Ahí conozco a un compañero que era de izquierda que, en lo que conversaba conmigo, se da cuenta que yo era una mujer de pensamiento de izquierda y a través de él me captan para el Partido de la Revolución Venezolana (PRV), presidido en ese momento por Douglas Bravo”, relató.
En esa organización política, rememora, “se planteaba la toma del poder por la vía de la insurgencia popular, cívico, militar y religiosa”. Dice que por su perfil de profesora universitaria recién llegada al país y sin ninguna experiencia política conocida, los dirigentes del partido le asignaron la tarea de trabajar en una célula de forma clandestina.
“Empecé a militar ahí, me gustó la propuesta, hice algunas acciones políticas clandestinas”, reveló. Comenta que esa célula a la que ella fue incorporada la estaba conformando Adán Chávez, quien venía de militar en el MIR. Pero con el paso del tiempo, por razones que esgrime desconocer, el PRV se disuelve.
“Hay que decir que ese es el único partido en el mundo, de izquierda, que se disuelve; todos se dividen, a este Douglas Bravo lo disolvió y quienes conformaban la dirección de ese partido se lo permitieron”, asintió. Fue un duro golpe, rememora, porque la disolución del partido coincidió con su divorcio. “Eran dos pérdidas lamentables que tenía que asumir”, asevera.
PRIMER CONTACTO
Al poco tiempo, García viajó a Barinas para encontrarse con Adán Chávez, quien logró convertirse en un buen amigo. La idea era plantearse una nueva propuesta ante la desaparición del PRV. Estando hospedada en el hotel Los Guasimitos, Adán Chávez le presentó a su hermano Hugo, quien para la época ya era capitán.
Señala que en principio no se sintió a gusto, porque ella tenía un mal concepto de los militares. “Yo siempre tuve una imagen de que el militar era cabeza hueca”, expresó. De pronto, “Adán se desaparece”, no sabe si por descuido o intencionalmente, y ella se queda sola con el hermano, quien de inmediato comenzó a sacarle conversación.
“Él empezó a hablar en los mismos términos que se hablaba en el PRV y de los planteamientos de insurgencia, de la toma del poder, y en ese momento me dio mucho miedo, porque como Adán no me había hablado de su hermano, yo pensé que me podían estar montando una trampa para desaparecerme”, describió.
Sus temores, esgrime, se fundamentaban en la actitud de los gobiernos “esbirros” de la época que, según afirma, estaban acostumbraban a “torturar y asesinar” a quienes se le opusieran. Al regresar Adán, prosigue, ella le reclama y luego de bromear un poco, este le anuncia que su hermano también formaba parte del equipo del PRV.
RETOMAR EL PLAN
Las inquietudes del hermano de Adán Chávez, comenta García, eran las mismas que ella tenía: “Hugo Chávez planteaba que aunque el partido se había disuelto, él no iba a dejar que ese trabajo que se había venido haciendo se perdiera”. Para él, la propuesta de “tomar el poder y transformar el país seguía siendo válida”, por lo tanto, necesitaba cuadros políticos que se incorporaran al trabajo que este había estado haciendo con los militares.
Ella no entendía qué papel podía jugar ahí una mujer y además civil: “Yo le pregunté y me explicó que, primero, un cuadro político no lo iban a encontrar fácilmente en las Fuerzas Armadas, además, las mujeres tenían la facilidad de entrar a los cuarteles porque podían pasar como novias de los oficiales sin levantar sospechas”.
Teniendo todo claro, acepta el nuevo reto y comienza a preparar junto con Hugo Chávez el movimiento que se revela el 4 de febrero de 1992 contra el presidente Carlos Andrés Pérez. “La primera tarea que hice con él, en 1983, fue visitar a Hugo Trejo, uno de los líderes del 58”, rememoró. El hecho de haber estado casada con un dirigente sindical que era cuadro político del PRV, reflexiona, hizo que comenzara a estar “rayada, abierta, quemada, que eran los términos que se usaban”, por eso ya había dejado de hacer trabajo clandestino.
Destaca que entre sus funciones también estuvo la de llevar mensajes a los militares aliados que se encontraban dentro de los cuarteles. “Llevar un papelito a un militar con algún mensaje clave, de contenido político conspirativo, es un riesgo y no se puede mandar con cualquiera”, asevera. También se reunían periódicamente para conversar sobre la situación del país y del árbol de las tres raíces.
HEREDEROS DE BOLÍVAR
Manifiesta Iris García que, después de lo sucedido durante El Caracazo, el 27 de febrero de 1989, se hace un análisis profundo dentro del grupo y se plantea la necesidad de adelantar la insurgencia.
“Durante esa etapa, mi trabajo fue enlazar con ciertos grupos que no pertenecían a partidos tradicionales, pero que si tenían una militancia activa en la resistencia popular que hubo”, detalló.
Con el desarrollo de esa labor, se convence de que el pueblo venezolano es uno de los más dignos herederos de Bolívar, Miranda, Sucre, Zamora, y de los más guerreros del planeta, lo que le hace sentirse orgullosa de haber nacido en esta Patria. “Este es el primer pueblo que se le alza al Fondo Monetario Internacional, solo, sin líderes”, enfatizó.
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FALLÓ EL ENLACE
Su tarea, ese día, era bloquear la autopista para evitar el paso del apoyo militar del gobierno contra los insurgentes, pero no llegó a hacerlo porque no recibió las instrucciones. “Yo era profesora del tecnológico de La Victoria, tenía contacto con los estudiantes, entonces había una convocatoria con esos sectores y algunos profesores de izquierda”, narró.
Pero además, los días previos, había estado trabajando como enlace. El 2 de febrero, recuerda, se encuentra con Chávez en La Victoria, estado Aragua, y este le informa que la rebelión se llevaría el día 4. Él le pide que se comunique con Alí Rodríguez Araque, quien para el momento formaba parte de la dirigencia de la Causa R.
“Toma este número telefónico, vas a llamar a Alí, y le vas a dar este salto y seña, y cuando lo tengas lo convocas para La Victoria a las 02:00 de la tarde y ahí le vas a decir que el evento es hoy. Ellos saben todo lo que tienen que hacer”, le indicó Chávez. Y así lo hizo.
Pese al buen funcionamiento de la organización insurgente, comenta que llegado el momento, “falló el enlace” que había hecho el comandante Chávez con la Causa R a través de Araque. Una de las misiones que tenía este grupo para el 4 de febrero, expresa, era la toma de la Disip en el Helicoide.
SIN ARMAS
Rodríguez Araque iba a entregar las armas a este grupo para que accionara, informa, “pero esa acción no se da porque la Causa R no hizo lo acordado”. Ellos tomaron su decisión, que era válida dentro del partido, “pero hay que preguntarles a Aristóbulo Istúriz, a Alí Rodríguez Araque, a Pablo Medina que estaba en ese momento apoyando, ¿qué pasó ahí? Porque ha habido muchas explicaciones”, cuestionó.
Dijo que informaciones falsas han estado circulando respecto a este hecho.
“Cada vez lo ponen más tarde, en cualquier momento van a decir que yo nunca les dije nada. Esa no es una posición revolucionaria”, fustigó. Para ella esa situación fue lamentable, “porque además de tomar la Disip, la Causa R tenía la tarea de tomar muchos barrios e incentivar la participación de la gente, ya que ellos tenían convocatoria y tenían cuadros”.
NUEVA ETAPA
Las dificultades mayores, sostiene, se presentaron en Caracas, porque el resto de las ciudades que se habían planteado tomar fueron controladas con acciones militares por soldados que no tenían nada que ganar y mucho que perder. “Mi mayor sorpresa fue ver a Hugo Chávez en la televisión llamando a la rendición. Jamás pasó por mi cabeza el fracaso militar”, dijo, con los ojos llorosos.
Pero la tensión seguía. Según García, a pocos días del golpe “los esbirros de la Cuarta” querían asesinar a Chávez. “Cuando él estaba en los calabozos de la Disip empezó a correr un rumor de que se había suicidado y yo llamé a Adán llorando y le dije: lo van a matar”. Pero al cabo de un rato, recuerda, Fernando Ochoa Antich, quien ejercía como Ministro de Defensa, apareció en la televisión rechazando esa hipótesis. “Dijo: ‘Hugo Chávez no tiene la personalidad para suicidarse, eso es un rumor, Hugo Chávez está vivo’. Para mí, él le salvó la vida”, exclamó.
Pese a lo doloroso de no haber podido lograr los objetivos y de tener a Chávez preso, la rebelión del 04 de febrero marcó el inicio de una nueva etapa, valora Iris García. El 27 de febrero del 92, estando con Adán Chávez cerca del Cuartel San Carlos, montando guardia ante cualquier contingencia que pudiese presentarse, recuerda que hubo un cacerolazo donde además del agite de ollas la gente gritaba ¡Viva Chávez!.
“Al escuchar eso nos quedamos viendo a los ojos con una alegría, porque descubrimos que habíamos tenido una derrota militar, pero había un sentimiento en torno a ello que capitalizaba a Hugo”, justificó. Fueron momentos difíciles, precisa. Incluso, señala que hubo persecuciones y amenazas, pero siempre se sintió protegida: “He sido víctima, y lo soy, sobre todo en ocasiones donde el oportunismo me ha perseguido”.
Luego de que Chávez salió de la cárcel, Iris García siguió apoyando la causa revolucionaria, aunque ahora con un bajo perfil. ¿Las causas? A su parecer estamos viviendo un momento político “muy difícil”, por lo que considera que hay cosas que no se deben decir para no debilitar al proceso. “Si yo parí este proceso, mal puedo decir cosas que puedan afectarlo”, sentenció.