El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, consideró que el asesinato de Muammar Al Gaddafi, el pasado jueves en Libia, debe servir como advertencia para los gobiernos de países del Medio Oriente que a su juicio “rigen con mano de hierro”.
Obama dijo que tras la caída de Túnez, Egipto y ahora Libia, en “revoluciones» conocidas como la Primavera Árabe, los líderes de Siria y Yemen deberían sentir miedo de tener un fin similar.
Luego de iniciarse las protestas en Siria, durante el pasado mes de marzo, Washington exigió que Bashar Al-Assad detuviese la represión sobre los manifestantes y renunciara al cargo de presidente.
Afirmó, en ese sentido, que Al-Assad ha perdido su legitimidad para gobernar. Por su parte, el presidente sirio ha acusado a Occidente de estar detrás de las protestas y de financiar a mercenarios.
Las advertencias de Washington fueron respaldadas por los mercenarios rebeldes libios, quienes prometieron ayudar a sus “hermanos y hermanas en Siria para luchar por la libertad”.
La Casa Blanca también está presionando al presidente, Ali Abdullah Saleh, para que deje el cargo frente a la agitación política que se suscita actualmente en Yemen.
El mandatario condenó, de igual forma, a Irán por su presunto “récord de violación de derechos humanos” y está buscando más sanciones en contra de Teherán por un supuesto plan frustrado de asesinato al embajador saudí en Washington.
Por último, señaló que Estados Unidos sería socio del gobierno interino de Libia e instó a una “rápida transición a la democracia” pero no hizo promesas específicas de ayuda.