Cuando comienzo a escribir este artículo (jueves 3) me llega la noticia de un atentado, afortunadamente fallido, contra el presidente de Indepabis, Eduardo Samán.
No puedo dejar de vincular esto con las denuncias hechas desde la Presidencia de la República sobre macabros planes para desestabilizar al país, los cuales incluyen tanto el asesinato del Jefe del Estado como de funcionarios de la Administración Pública.
La semana pasado se comentó la conjura planeada por Roger Noriega y Otto Reich con el propósito de sabotear la presencia del presidente Nicolás Maduro en Nueva York con motivo de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Esos planes no han cesado y se inscriben dentro de una conspiración que tiene ramificaciones profundas a lo interno del país.
Por eso este atentado contra Samán forma parte de esa trama. Nadie puede dudar de que este funcionario es muy incómodo para la burguesía apátrida venezolana y, por supuesto, para los enemigos externos del proceso bolivariano
Y como otro elemento de convicción, es necesario relacionar la expulsión de tres funcionarios de la embajada estadounidense en Caracas, quienes, según propia confesión, sostenían reuniones con sectores vinculados a la extrema derecha que clama, día a día, por el derrocamiento del Gobierno Bolivariano.
Nadie puede llamarse a engaño acerca de las misiones no explícitas que cumplen los funcionarios de las embajadas estadounidenses en el mundo, por encargo de la CIA.
Según admitió la expulsada Kelly Keiderling Franz, encargada de negocios de la embajada, ella se reunía con distintos sectores de la llamada sociedad civil. Entonces, cabe preguntarse ¿Qué trataban en esas reuniones?
Hay que ser tonto de capirote para creer que eran citas inocuas, sobre todo cuando se conoce el expediente de esta señora como agente de la CIA en Cuba y sus conexiones en Venezuela con la derecha recalcitrante.
La expulsión de diplomáticos es una medida casi extrema dentro del campo de las relaciones internacionales, la cual se toma cuando las evidencias son incontrastables. Esto es lo que ha ocurrido en Venezuela con el gobierno del presidente Barack Obama, quien en una ocasión dijo que iba mejorar las relaciones con América Latina, pero se ha olvidado por completo de esta premisa para continuar las políticas de agresión de sus predecesores.