He pensado bien el título de esta nota. Y quiero ratificarlo sin que me queda nada por dentro, pues así lo siento. Es algo que todos estamos viviendo en nuestro país.
Digo y repito que si los asesinos son pocos, sus cómplices son muchos. El universo de la oposición antichavista conforma en su conjunto una sociedad de cómplices que, como tales, tienen su cuota de responsabilidad.
Algunos lo aceptan sin rubor, descaradamente, y enaltecen el terror y el crimen a través de las redes sociales. Hay twitter tan cargados de odio que no podemos verlos sino como una confesión expresa de renuncia a la condición humana. Terribles.
Pero otros opositores, que tal vez conforman una mayoría en el antichavismo, callan y miran hacia otro lado. Sin embargo, que no crean que eso los absuelve o los diferencia de los criminales. Pues el que calla otorga.
Estos compatriotas opositores seguramente se verán a si mismos como buenas personas. No lo son, pues las buenas personas, que yo sepa, no se lavan las manos ante el ejercicio del terror. Porque se supone que hay que tener un mínimo de coraje para enfrentarse a ciertos hechos. Ellos no lo tienen. Posiblemente porque en el fondo de su corazón comparten estos métodos.
Su silencio indigna. Su ausencia de opinión en términos públicos, indigna. No sé lo que cada uno de ellos piensa y dice en su mundo privado. No me importa. Ante un crimen tan espantoso lo que único que contaría es su condena expresa. Lo demás es complicidad. No hay medias tintas. De manera que su cobarde vaguedad revela a las claras que, tanto a nivel individual como colectivo, la oposición va desalmándose; es decir quedándose sin alma, a pasos agigantados.
Ignoro a dónde nos llevará todo esto. Es en verdad terrible la frialdad de este crimen de naturaleza política. Hiela el espíritu. Menos mal que pueblo y gobierno juntos, estamos dando muestras de contención. Lo cual, que nadie se llame a engaño, no nos hace más débiles sino más fuertes.
Y con esa fuerza política, social, espiritual, seguiremos profundizando la Revolución, que es la mejor manera de derrotar a la oligarquía criminal.