Expectativas, esperanzas, ansiedad, a la espera de la definición hamletiana de ser o no ser realidad el ajuste o aumento del combustible automotor en nuestro país, productor y exportador de petróleo. Principal recurso en el desarrollo de nuestra economía, por lo tanto, para Venezuela el petróleo es propiamente su economía.
Mientras el escenario actual es de innegable crisis económica interna, reforzado por el impacto de la baja mundial del precio del petróleo. Contexto en que la OPEP opta por no reducir su producción. Independiente de causas y culpables, lo central es que es un problema de toda la población venezolana por lo que acarrea en sus consecuencias.
Ante ello el país está a la espera de la aplicación de medidas estructuradas y anunciadas desde hace meses por el Presidente de la República y voceros calificados de su Gabinete como el aumento o no, del precio de la gasolina.
Aumento descrito por unos como negativo, catastrófico, infortunado, fatal incluso.
Para otros, necesario, obligatorio, inaplazable, ineludible; en suma, positivo
Ambos juicios o criterios provienen de voces autorizadas en todos los planos de la temática en sí, como en su solvencia académica, moral, ya sean funcionarios, analistas o simplemente ciudadanos.
Es válido repasar que la economía se debe al hombre, y donde toda expectativa causa ansiedad, angustia, cuando tarda en cristalizar la realidad del hombre en su cotidianidad del día a día para satisfacer sus necesidades de acuerdo a sus escalas de expectativas, cuando no se resuelve ni una cosa ni otra … invade el escepticismo.
Ante ello es obligatorio que el presidente Nicolás Maduro tome las medidas que exige la coyuntura en el espacio y tiempo, pese a los costos políticos que pueda acarrear, cualquiera sea la decisión. Siendo imperativo, se vele por toda su incidencia en profundizar la democracia participativa y protagónica con oportuna y eficaz comunicación.