¿Es posible que una persona pueda estar en el tapete por semanas y meses, aun ausente? Los últimos meses han transcurrido en Venezuela con sus acostumbrados debates políticos e ideológicos, aunque a los líderes opositores no les guste esa palabra. Quienes apostaron hace décadas a la despolitización de la vida democrática han tenido que subsistir entre vaivenes debido a sus débiles convicciones, más allá de su común interés económico.
Esto explica el fracaso de la incipiente democracia nacida en los años 50, la decadencia político-social de finales de siglo, y las derrotas consecuentes a los viejos partidos y a los nacientes de este siglo. Quienes hablan de sacar la ideología de las escuelas, la academia, el campo, la alimentación… son los mismos que cargados de capitalismo de Estado, de lejos el peor de sus manifestaciones; nos marcaron con la cultura adeca y degradaron la propia vida.
Tambaleándose, llegaron hasta finales de siglo pasado. Sin embargo, irrumpió un hombre marcado por la responsabilidad, el coraje, la valentía, la verdad y el respeto al pueblo, que por encima de todo merece aquel día igual que hoy: ser parte en la construcción de la Venezuela que al fin y al cabo es de todos.
Entonces, nació la esperanza. El país sintió que había oportunidades y que se podía enrumbar hacia un futuro mejor. El aparataje montado por años dio y sigue dando muestras de vida, pero el pueblo se levanta con una nueva conciencia. No es una teoría del mass media de algún experto, es la revolución que se propaga, convence y enamora.
Claro, es posible estar en el tapete aun sin estar físicamente. Así se mantendrá el comandante Hugo Chávez, pues es la raíz de este proceso que se consolida en Venezuela y Latinoamérica y trasciende al tiempo y al espacio; mientras le decimos: ¡Tómate tu tiempo que lo que comenzaste está andando y el mundo aun te necesita!
T/ Gustavo Adolfo Jaime