La política es un arte, en el mas amplio sentido del término. Por lo que, ésta no admite que se le tenga como un juego, como una praxis coloquial, como un ejercicio cotidiano, a través del cual alguien se divierte, pasa el tiempo, da rienda suelta a sus ímpetus narcisistas, en fin, hace con ella, y de ella, lo que bien le parece. Por lo que nada es mas contrario al acto político que la afirmación de Eudomar Santos “…como vaya saliendo vamos viendo”, convertida en teoría y praxis política por los dirigentes de la MUD.
No hay lugar a duda: la política es cosa seria. Por tanto, quienes la ejercitan tienen que entender que ésta no es un pasatiempo, así como también que ésta no es un negocio; de allí, el “malestar con la política” y con los “políticos”, manifestado por el pueblo venezolano, con la forma de hacer política por la MUD y sus dirigentes.
No hay lugar a duda: la política es cosa seria. Por lo que no todo el que se hace llamar político en verdad lo es; la condición de político no se mide por el centimetraje de su aparición en los medios de comunicación; el político no es un objeto que se oferta en el mercado: las técnicas del marketing no funcionan en la política, la impresión que producen hacia un dirigente prefabricado son efímeras, de muy corta duración. La mejor constatación de esta afirmación es el franco agotamiento del liderazgo de Henrique Capriles, Julio Borges, María Corina Machado y Leopoldo López, para solo citar los cuatro mas destacados de ella, lo cual ha permitido que el mas genuino representante de la vieja y “periclitada” política nacional, Henry Ramos Allup, salga de su aposento y se convierta en el nuevo líder del oposicionismo.
No hay lugar a duda: la política es cosa seria. Es tan seria que su ejercicio no admite errores, aunque estemos conscientes que errar es de humanos. Por lo que, el dirigente político, en la conducción de su embarcación, debe calcular con la mayor precisión los movimientos necesarios para conducirla a puerto seguro: “no puede andar del timbo al tambo”. Y, esto es, precisamente, lo que ha ocurrido con el oposicionismo agrupado en la MUD a lo largo de estos últimos 17 años.
Pues bien, el oposicionismo en nuestra Patria ha dado demostraciones de la poca seriedad con que asume el acto político. Si la política es el arte de gobernar, el ejercicio del Gobierno requiere de la existencia de un proyecto político de país, y el oposicionismo no lo tiene. Y no lo va a tener, su único objetivo es tomar el poder por el poder mismo. Por eso maniobra sin cesar. Gira el volante para todos lados. Navega sin orientación. Anda sin brújula. Y, en política, esto es grave. Es muy grave. Porque de tanto maniobrar, al igual que una patilla cuando cae al suelo, se hace añicos. Por eso decimos que: la MUD se espatilló por maniobrera.