«La Revolución no es responsabilidad de un solo hombre, nace en las casas, en el consejo comunal, en la alcaldía, en la gobernación, es de todos, si todos nos proponemos que la revolución avance, será eterna», expresó uno de los fundadores del colectivo de jóvenes creadores de las zonas populares Otro Beta, Miguel Mejías, mejor conocido como Sancocho power, su seudónimo de grafittero.
Durante el conversatorio titulado «Juventud constructora de paz», que se desarrolla este sábado 23 de marzo en Maracay, estado Aragua, con el presidente Nicolás Maduro, Mejías utilizó su propia experiencia de vida como ejemplo de que el arte urbano y la creación comunitaria son vías para transformar las realidades violentas de los barrios.
«Soy grafittero de la ciudad, del barrio Santa Rita, ubicado en el estado Aragua, y me identifiqué con la Revolución gracias a la rebeldía del comandante. Entendimos que vamos en la misma corriente del gobierno, eternamente el grafitti era una expresión que iba en contra de un sistema que nos oprimía», dijo.
De allí que haga de sus trazos en las paredes una plataforma de comunicación y denuncia, una vía, además, alterna al discurso de los medios de comunicación masivos, que no sólo calificó de pasajero, sino también de vacío.
Mejías experimentó además la vivencia de la prisión, al haber estado recluido en la cárcel de Tocorón. «Allí conocí realidades muy fuertes. Eso es duro dentro de los penales, hay demasiada gente inocente tras las rejas. Pienso que estar preso es demasiado horrible», contó, no sin agregar que todos debemos trabajar para insertar a los jóvenes que caen en la delincuencia en el trabajo y en la sana recreación.
Destacó que a su salida del penal profundizó su trabajo como muralista y se vinculó a otros compañeros del barrio Santa Rita para organizar con pocos recursos el primer Festival Otro Beta realizado en 2012, del cual se desprende toda una movida urbana cultural que actualmente aglomera a 30 colectivos populares de todo el país.
Paralelamente, otro de sus compañeros del colectivo Otro Beta, el músico conocido como Cronopio, resaltó que el trabajo hecho por el colectivo no es más que el resultado de observar que la violencia ejercida por los jóvenes de zonas empobrecidas se producía porque la «violencia se había catalogado como una moda para nosotros, como una vía para sobresalir en la comunidad, y las otras vías como la cultura y el deporte no eran visibilizadas ni por los medios de comunicación ni por los gobiernos de turno».
De allí – relató – surgió la necesidad de crear espacios para que los jóvenes sobresalieran y fueran visibilizados por lo que sabían hacer: el patinetero con su patineta, el dj con su música, el diseñador de moda con sus franelas, el grafittero con sus grafittis, porque «a los medios de comunicación les interesa decir cuántos muertos hay en un día y no cuántos murales se han hecho, cuántos torneos de pelotica de goma se han celebrado».
De las experiencias desarrolladas por el Colectivo Otro Beta nació la Red de Acción y Distribución Artística (REDADA), nombre que ironiza los atropellos que por parte de los cuerpos policiales de la cuarta República sufrían los jóvenes venezolanos. «En la cuarta República la redada era una, ahora con Chávez la redada es otra», concluyó Cronopio.