La verdad, la justicia y la belleza. Sobre estos tres conceptos he procurado darle cauce a la vida en términos personales. Pero también lo he hecho y lo hago, con mayor entusiasmo incluso, cuando el proyecto es colectivo, participativo. Trato de no salirme del ámbito de esta sagrada trilogía que constituye para mí la fuerza moral que me sostiene. Que me guía.
La verdad, la justicia, la belleza. Las asumo como herramientas de combate, sin considerarlas jerárquicamente por orden de importancia porque considero que no hay contradicciones entre ellas. Entiendo que cada una de estas tres cualidades va con las otras dos, constituidas como conjunto. Porque sin ellas me parece que la vida pierde sentido.
¿Y la dignidad, qué es? El punto de partida.
¿Y la libertad? Ella no es una cualidad para el camino, así lo veo, sino que constituye el destino, el horizonte, incluso el espíritu indispensable de la casa total. Por ella vivo. Hago mío lo que decía Paul Eluard, en su conocido poema: “yo he nacido para conocerte, para nombrarte, libertad”.
Y así me siento, desde mi libre punto de vista bolivariano, cuando pasando unos días en España, en plena campaña electoral, veo la tendenciosa obsesión hacia Venezuela por parte de la televisión y la prensa de este país. Cuando observo el prejuicio que se ha generalizado desde la derecha española, sobre una Venezuela intensamente demonizada por ella. Advierto sin demasiado asombro que no hay aquí, en los medios, ningún interés por la verdad, ni por la justicia, ni por la belleza en esta locura tergiversadora que si bien es producto de la maldad política, se apoya largamente en la desinformación desde hace largo tiempo cultivada. Y para la cual no sirven ni siquiera argumentos, ni contraopinión alguna porque no le interesan a los manipuladores. Verdaderamente es insólita la televisión de este país. Tanto nadar, tanto nadar, para morir en la orilla.
¿Cuál orilla? La de la de la comodidad, la del miedo, la del espíritu conservador impuesto desde un poder de siglos, para darle soporte ideológico a las políticas de la derecha. Después que nos hablen de dictadura y totalitarismo. Deberían verse al espejo.