Luego de que la depravada acción ecocida del FunRace 4×4 fuera prohibida en 2011 por la Fiscalía General de la República en todos los parques nacionales, la modalidad cambia de rostro y bajo la figura de las “asociaciones civiles 4×4” intentan retomar la opinión pública, incursionando en las áreas protegidas como organizaciones altruistas y respetuosas del ambiente.
FunRace 4X4 era un programa del canal Globovisión destinado a inducir, bajo el rótulo deportivo, a la compra de vehículos rústicos. Detrás se hallaban los intereses de Guillermo Zuloaga, uno de los propietarios del canal, quien a su vez manejaba el negocio de los vehículos Toyota. Hoy es posible observar en las páginas web de las asociaciones y clubes 4×4 publicidades de los rústicos Montero Suzuki.
Como fundamento de la campaña destinada a obtener el beneplácito de la opinión pública las desinteresadas asociaciones civiles centran sus mensajes en el hombre individual como principal culpable de los daños causados a la ecología, faceta reiteradamente enarbolada por quienes intentan ocultar la acción perversa del capitalismo en su permanente destrucción de la naturaleza y de la especie humana.
Basta observar cualquier campaña pretendidamente ecológica izada por estas organizaciones, e, incluso, por algunos organismos públicos, para percatarse cómo el grave deterioro ambiental causado por el capitalismo depredador es reducido a problemas derivados de malas conductas o falta de conciencia de las personas.
De esta manera, las campañas ambientalistas de las denominadas liberalmente “responsabilidad social empresarial y de la sociedad civil” se transforman en un negocio altamente rentable, pues venden una imagen amigable, solidaria, altruista, ecologista, con charlas y material POP, del uso masivo y ocioso de los vehículos 4×4, y a cambio obtienen una opinión pública dócil que le permite ocultar las complejas causas sistémicas y estructurales de la destrucción del ambiente.
Es decir, la imposición de la máquina sobre el ambiente como expresión de un desarrollismo depredador, la civilización contra la barbarie, la supremacía eurocentrista del hombre blanco anglosajón sobre la cultura india y mestiza desaparecen tan pronto los bondadosos garimpeiros 4×4 reparten kit sobre cómo comportarse en la Gran Sabana. Para muestra, abra la web Venezuela 4×4 y hallará la tarea caritativa de estos destructores de nuestros suelos selváticos y llaneros, brindando ayuda educativa a las “ignorantes y primitivas comunidades indígenas”.
Para ocultar la crueldad de este sistema ecocida no les basta poner a declarar en su página web a directivos de Inparques, Guardias Nacionales, artistas, sino que han logrado una alianza con el Ministerio del Poder Popular para el Turismo para “promover un turismo menos depredador y más responsable en importantes espacios naturales del país, como la Gran Sabana y el Parque Nacional Canaima”, precisamente donde hoy están prohibidos por decisión de la Fiscalía General de la República.
Pero basta abrir la web de Venezuela 4×4 para leer párrafos como: “Cruce el río en su parte mas baja o menos profunda, conduzca con cierto ángulo hacia arriba con respecto a la corriente. Si la corriente es muy fuerte esta posición lo ayudara a llevarlo al otro lado del río”, y así constatar cómo la tarea destructiva de los garimpeiros 4×4 sigue intacta en su ociosa labor de acabar con los frágiles nichos ecológicos lacustres y fluviales de nuestro país, con el inexplicable consentimiento de los organismos públicos que deberían protegerlos.