Cerca de dos horas de música, poesía y anécdotas compartió la pianista|Un homenaje a la música venezolana ofreció Clara Rodríguez en el TTC

Dos horas de música, poesía y anécdotas sobre importantes autores venezolanos ofreció ayer Clara Rodríguez en su Recital de piano en homenaje a Antonio Estévez, espectáculo que tuvo lugar desde las 11:00 a. m. en la Sala José Félix Ribas del Teatro Teresa Carreño, donde la pianista estuvo acompañada en el escenario por el guitarrista Miguel Delgado Estévez, sobrino del homenajeado principal, el compositor y acordeonista Federico Ruíz y el cuatrista Eduardo Ramírez, directivo de la Orquesta Típica Nacional.

Si bien el motivo principal fue rendir un homenaje a Antonio Estévez a propósito del centenario de su natalicio, el concierto estuvo dedicado a la música venezolana en general y a varios autores fundamentales del repertorio venezolano y latinoamericano, entre quienes se cuentan el recientemente fallecido Inocente Carreño, Aldemaro Romero, Juan Carlos Núñez y el propio Federico Ruiz, entre otros.

Clara Rodríguez vive en Londres y para ella venir a Venezuela y no tocar “sería la muerte”, comentó en conferencia de prensa realizada hace unos días. Igualmente, la pianista confesó que este recital, auspiciado por el ministerio para la Cultura, le ofreció la oportunidad de mostrar al público venezolano el trabajo desarrollado a lo largo de un año, durante el cual, como tiene ya por costumbre hacer, aprovechó cada oportunidad para proyectar a escala internacional la música venezolana.

ESTRENO MUNDIAL

El recital dividido en tres partes comenzó con un set de piano solo inaugurado con un Retrato solemnísimo de Aldemaro Romero, una pieza compuesta por Juan Carlos Núñez, Premio Nacional de Cultura mención Música, quien se encontraba entre el público.

Posteriormente, interpretó en orden invertido los Tres preludios, del estadounidense George Gershwin, seguidos por el estreno mundial de Estela N°4 y El bandolín de Cochécoto, dos piezas cortas compuestas por el autor venezolano Adrián Suárez “inspiradas en lo que él se imagina que es la niñez y que para mí están relacionadas con lo místico”, describió la pianista.

Un muy enternecedor momento del espectáculo tuvo lugar cuando el autor fue hasta el escenario, con su hijo de tres años, para agradecer a Clara Rodríguez su interpretación.

DE VENEZUELA PARA EL MUNDO

A continuación el público disfrutó de tres danzas del creador cubano Ignacio Cervantes y de La peruanita, composición de Federico Ruiz incluida en el cuaderno titulado Piezas para niños menores de 100 años, interpretada en esta oportunidad con una partitura editada por la propia Clara Rodríguez y publicada recientemente en Londres.

Vale mencionar que Clara Rodríguez aprovechó el recital para entregar al otro compositor venezolano, Miguel Astor, un volumen donde se incluye, editada por ella, el valse Adrianita. En este mismo trabajo figura la Canción para dormir a una muñeca, de Antonio Estévez, igualmente editada por la pianista venezolana.

Gracias a estas ediciones publicadas en Londres, junto a otras composiciones de las más importantes figuras mundiales de la música, estas piezas que forman parte del acervo musical venezolano ya están en manos de aproximadamente 30 mil estudiantes de piano de todo el mundo.

De vuelta al concierto, la instrumentista también rindió homenaje al argentino, casualmente nacido el mismo año que Antonio Estévez, Alberto Ginestera de quien interpretó las tres danzas argentinas: Del viejo Boyero, De la moza donosa y Del gaucho matrero.

DIECISIETE JOYAS

En la segunda parte del concierto apareció en el escenario, sin su guitarra, Miguel Delgado Estévez, quien se encargó de leer fragmentos de poemas de Alberto Arvelo Torrealba, Jacinto Fombona Pachano, Julio Morales Lara, Fernando Paz Castillo y Juan Ramón Jiménez, entre otros, citados por Antonio Estévez y colocados a manera de epígrafe antes de las partituras de cada una de sus 17 piezas infantiles.

Las 17 piezas infantiles para piano, advirtió Delgado Estévez, son como pequeñas joyas, muchas de las cuales implican una gran dificultad de ejecución, compuestas en París en 1956 y galardonadas en 1957, en las cuales el autor plasma la esencia de sus experiencias infantiles.

Estas piezas están dedicadas al baile del trompo, la zaranda, el cuento del Gallo Pelón, a una muñeca rebelde para dormir, al juego de la candelita, a uno de los angelitos negros de Andrés Eloy Blanco. Otras están dedicadas a los ancestros indígenas, africanos y europeos que conforman nuestra identidad venezolana, a un Florentino becerrero, a la huerta de Doña Ana, a un indefenso pajarito enjaulado, otra al burro Platero que, trotando, “entra en el arroyo, pisa la luna y la hace pedazos”.

CON LOS AMIGOS

En el tercer y último segmento del espectáculo regresó Miguel Delgado Estévez, esta vez con su guitarra, Eduardo Ramírez con su cuatro y Federico Ruíz con su acordeón, para acompañar a Clara Rodríguez, inicialmente con Mañanita pueblerina, del recientemente fallecido Inocente Carreño.

En esta parte, entre una anécdota y otra de Carreño, de Estévez y del propio Ruiz, trascurrió el concierto con muy hermosas piezas, entre las que figuraron Odeón, del brasileño Ernesto Nazareth; El negro José, de Aldemaro Romero; Alfonsina y el mar, del argentino Ariel Ramírez; Carmen Rosa, de Federico Ruíz y Apure en un viaje, del venezolano Genaro Prieto.

T/Luis Jesús González Cova
F/María Isabel Batista

Excelente y sobrio concierto, gracias al talento venezolano