“Alzamos la voz de alerta a los pueblos de América Latina, porque el imperialismo viene con una nueva ofensiva para imponer su proyecto de colonialismo económico a través del ALCA. ¡Así lo denunciamos, a los pueblos del mundo!”. Esta advertencia la hizo el presidente Nicolás Maduro en un acto político-cultural de apoyo a Revolución Bolivariana que realizaron los movimientos sociales bolivianos en Cochabamba, Bolivia.
Ciertamente, las amenazas al proceso integrador latinoamericano y caribeño no han sido del todo conjuradas. A pesar de que el ALCA fue enterrado en Mar del Plata, Estados Unidos se empeña en imponer su proyecto anexionista a través de los Tratados de Libre Comercio (TLC). A esta obstinación de la potencia del Norte contribuye la pérdida de vigencia y crisis de muchos proyectos de integración regional como Aladi, SELA, G-3, CAN, etc., lo cual impone la necesidad urgente de consolidar las nuevas formas de integración regional que surgieron justamente para enfrentar esta peligrosa amenaza anexionista.
A medida que gobiernos dóciles a los mandatos imperiales se desgajan de los débiles esquemas de integración subregional para negociar y firmar TLC, se hace más urgente y necesario impulsar procesos de integración y cooperación alternativos. De allí la vigencia del pensamiento del comandante Hugo Chávez como inspirador de las nuevas formas de integración latinoamericana y caribeña.
La victoria de fuerzas de izquierda en varios países del hemisferio es percibida por EEUU como una probabilidad real de consolidar una región latinoamericana y caribeña unida frente a las fuerzas hegemónicas externas. Y esto es una verdadera preocupación para el pensamiento neoliberal que todavía domina el mapa mental de buena parte de las élites políticas y empresariales de la región.