El depuesto presidente de Honduras, José Manuel Zelaya, exigió este domingo que se haga seguimiento a las violaciones de derechos humanos durante el golpe de Estado del 29 junio de 2009, a través del cual el líder de la nación centroamericana fue derrocado y sacado del país a la fuerza.
Durante una rueda de prensa transmitida por el canal multiestatal Telesur, Zelaya informó que trabajará arduamente para que «se haga justicia en cada uno de los casos».
Tras un día de su regreso al país, luego de pasar 700 días en el exilio, el mandatario derrocado reiteró su compromiso con la reconciliación Nacional y la lucha por mantener la democracia en el territorio centroamericano.
SÉ QUE CORRO PELIGRO
«Se que corro peligro», afirmó Manuel Zelaya, al tiempo que explicó que su vida está en riesgo desde que se declaró a sí mismo como un político de tendencia izquierdista.
Sin embargo, el ex jefe de Estado de Honduras, se mostró convencido de que «a nadie le conviene mi muerte».
Agregó que el actual presidente Porfirio Lobo envió a la residencia de Zelaya a funcionarios de cuerpos policiales y efectivos de la Fuerza Armada para planificar la seguridad del ex mandatario.